La inscripción de los blasones
El diseño del Escudo de Armas de Cuenca presentado al Marqués de Cañete, Andrés Hurtado de Mendoza, no tenía el lema «Primero Dios y después Vos» y el Virrey no pudo sino aprobarlo, dice Ricardo Márquez Tapia, en su famosa obra «Cuenca, la ciudad eucarística».
Sin embargo, Hurtado de Mendoza puso su sello personal al Escudo de Armas de Cuenca, pues de su propia cuenta, por una razón familiar, le añadió la inscripción «Primero Dios e después Vos». Esta razón familiar la descubrió Honorato Vázquez, quien, en un maravilloso estudio sobre los blasones de la ciudad de Cuenca, demostró que esta frase es la misma, con pequeña variante, que la que ostentan los blasones de la familia española de los Hurtado de Mendoza, parientes de Carlos V.
En efecto, Vázquez cuenta que el célebre Marqués de Santillana, antepasado del fundador de Cuenca, utilizaba en la celada, la divisa «Dios e Vos», que era un grito de amor del ferviente caballero a la Virgen María, tomada de una jaculatoria de la época: «Oh María! Reinad en mi corazón y disponed de mí, como único dueño, Dios e Vos».
En consecuencia, lo que hizo su descendiente, el Virrey Hurtado de Mendoza, fue parafrasear la jaculatoria por la expresión: «Oh María, Virgen Sacratísima: Primero Dios y después Vos» y puso esa inscripción en los blasones de Santa Ana de los Ríos de Cuenca.
Cabe destacar que, en el siglo XVI, en el arcaico castellano de esa época, la leyenda era en verdad, en verdad: «Primero Dios e después Vos», pues por la evolución de la lengua de Castilla en los subsiguientes siglos, la conjunción copulativa «y» ha suplantado a la vocal «e» de aquella época.