Asumí la responsabilidad, gracias a su confianza depositada en las urnas, de administrar la Corporación Municipal.
Nada ha cambiado. Les pido que me sigan llamando Cristian, cuando nos encontremos en las calles, en su barrio o en las aulas universitarias.
Para mí, el servicio público es un apostolado en el que debe primar el bien común, y siempre antepondré el bienestar general al de unos pocos.
Caminemos juntos. No iré ni adelante, ni atrás, recorro este trayecto junto a ustedes.
Invito a ustedes a ser coprotagonistas de mi Administración de la gente. La Alcaldía será de puertas abiertas y he dispuesto a los directores y gerentes que los escuchen, que trabajen con esta consigna.
Dejo de lado cualquier ego, defenderé a mi ciudad, la Cuenca de fuentes y flores, de las aguas cantarinas.