Situación

Situada entre los 2.350 y 2.550 metros sobre el nivel del mar, en el sector sur de la Cordillera Andina Ecuatoriana, la antigua Guapdondélic de los cañaris; luego Tomebamba, segunda capital del Imperio Inca, fue conquistada en 1533 por los españoles y, en el sitio, el 12 de abril de 1557, se fundó una villa con el nombre de Cuenca, en honor a la ciudad natal del Virrey del Perú, don Andrés Hurtado de Mendoza, que ordenó su fundación a Gil Ramírez Dávalos.
El lugar, un cuádruple sistema de terrazas naturales, rodeado de montañas y regado por múltiples corrientes de agua, había sido ocupado por los pueblos prehispánicos, precisamente, por su ubicación. Estaba al abrigo del rigor excesivo del clima andino; tenía un amplio espacio central, plano, en el que se levantaban las edificaciones; una meseta ligeramente más elevada, hacia el norte (Cullca y otros sectores aledaños), y una gran área que se desplegaba en dirección sur, subdivida a trechos en dos terrazas: la más cercana a la urbe y la próxima a las colinas sureñas (Turi y elevaciones vecinas), en donde discurrían tres ríos, los hoy conocidos como Tomebamba, Yanuncay y Tarqui, que regaban un terreno siempre verde, apto para cultivos y cría de animales, el que en la época colonial fue constituido en ejido, campo comunitario compartido armoniosamente por la colectividad.
El barranco, ceja levemente elevada, divide la segunda y la tercera terrazas, y constituye una de las características más interesantes de la geografía cuencana, pues, en la actualidad es el límite entre la ciudad tradicional y la nueva.
El clima es benigno. Una temporada de sequía afecta en la actualidad a Cuenca y sus alrededores, entre junio y septiembre. El resto del año hay períodos de intensidad lluviosa variable, sobre todo octubre-diciembre y marzo-mayo.
Con una población de alrededor de 450.000 habitantes, es la tercera más grande e importante ciudad del Ecuador, y también la más atractiva y tranquila. Su Centro Histórico está constituido por una ciudad de aires coloniales, pero que es, en verdad, republicana, pues la mayoría de sus atractivas construcciones proceden del siglo XIX. Hay también algunas edificaciones del XVIII, sobre todo los dos conventos de clausura, el del Carmen y el de la Inmaculada Concepción, parte de la antigua catedral, y unas pocas casas particulares. Pero lo que resulta particularmente atractivo es el aire homogéneo del conjunto, solo alterado por algunos alardes de chocante modernidad, en edificios de las décadas del 50 y 60 del siglo XX. Puntos destacados del Centro Histórico son muchas casas tradicionales, con aleros, fachadas que se engalanan con yeserías en forma de guirnaldas o semicolumnas, cenefas y medallones, balcones en madera tallada y hierro forjado, puertas y ventanas que revelan interesantes trabajos en madera e interiores con patios, jardines y salas de techo pintado o de metal policromado, que importaron de Estados Unidos y Europa la ricas familias burguesas de principios del S. XX; las iglesias: San Francisco, El Carmen, las dos catedrales, San Alfonso, Santo Domingo y otras, que albergan parte esencial de su patrimonio arquitectónico, escultórico y pictórico; los Museos, el de la Concepción, conocido comode las Conceptas, el mayor centro de Arte Religioso en el toda el área sur del país; el “Remigio Crespo”, que guarda una serie de piezas relacionadas con la ciudad y su historia y el de Arte Moderno, sede de la importante Bienal Internacional de Cuenca; las pequeñas plazas, como la de las Flores y los parques –San Sebastián, Calderón, San Blas- que invitan a un descanso en el diario trajín.
Desde el XIX se la conoce como “Atenas del Ecuador”, debido a la gran cantidad de personajes ligados a las humanidades, las artes y las letras que ha producido.